La OIM (Organización Internacional para las Migraciones), organismo dependiente de la ONU, lidera la promoción de una migración humana y ordenada, de grupos de humanos que abandonan su lugar de origen, es decir, una dispersión o diáspora.
Las
mayorías siempre han oprimido a las minorías ya que no se acepta, en general,
al diferente.
Vaya
por delante mi respeto a todas las aquellas personas de razas, religiones o
condiciones sociales que algunos denominan diferentes. Para mí no hay nadie
diferente, sino que por sus características pueden ser etiquetados y sufrir
discriminaciones.
Los
judíos y musulmanes fueron expulsados en masa en 1492 mediante el “Edicto de
Granada” durante el reinado de Isabel y Fernando (Los Reyes Católicos), al
menos hay dos millones de sefardíes repartidos por el mundo con antepasados
españoles.
Pero
las expulsiones vienen de muy lejos, ya en el año 49-50 el emperador Claudio,
de la antigua Roma, ordenó que todos los judíos se fueran de la ciudad. En el
año 616 el rey Visigodo Sisebuto ordena la conversión o expulsión de los
judíos. En el año 1182 se confiscaron los bienes y fueron expulsados de Francia
los judíos por el edicto del rey francés Felipe Augusto.
Hace
unos 2000 años se produjo la diáspora Romaní, desde el noroeste de la India. No
hace mucho tiempo, sobre el año 1830, lingüistas alemanes encontraron la raíz
de su idioma, “El Romaní”, relacionado con el sánscrito, lo que llevó a
establecer el origen del pueblo “Rom”.
Tribus de gitanos fueron obligados a abandonar su tierra entre los siglos XI y XIII
por invasores turcos y mongoles. Expulsaron también a otro grupo de gitanos
denominado “los Ben” que viajaría a través de Siria hacia el próximo Oriente
por el Mediterráneo hasta el Valle del Nilo, mientras que el grupo de “los Pen”
fue a través de Armenia hasta Bizancio. El momento de más movilidad fue en el
siglo XIV, llegan a tierras de Moldavia y Valaquia, principados del
Danubio.
Con
el paso del tiempo se establecieron en los países del centro y occidente de
Europa. Su origen está plagado de leyendas y mitos, debido a la escasez de
fuentes escritas. La información histórica que tenemos sobre la llegada de los
gitanos a nuestro país, data del siglo XV, durante el reinado de Fernando VI.
En el año 1749 se produce la gran redada que
intentó acabar con los gitanos, supuso la detención de 12.000 personas, sin
embargo, esta persecución contrasta con la exaltación de la libertad el honor y
la belleza que se asocia a la cultura gitana durante el romanticismo.
Mi
relación con los gitanos, personas a las que tengo admiración, por sus
tradiciones, por su respeto a los mayores, por sus creencias entre otras cosas.
Tengo un especial recuerdo, cuando visitaba a mi abuela Lola, en el barrio de
chabolas del Somorrostro, viendo como jugaban niños gitanos con cualquier cosa,
desde una piedra, un cartón o unas chapas, siempre en la calle sin asfaltar y
con una sonrisa en los labios, despeinados y sucios, pero felices.
También
recuerdo que en el mismo rellano que vivían mis abuelos paternos, Evaristo y Emilia
vivía una familia gitana. El padre de familia era uno de
los palmeros de Peret, conocido como el rey de la Rumba Catalana.
Este
señor, tenía una curiosa costumbre. Se dice que los gitanos son poco amigos del
agua, pues este hombre puedo asegurar que no era así. Los entresuelos del
edificio tenían un pequeño patio que daba al patio de luces, que los vecinos y
sobre todo vecinas, utilizaban para tender la ropa y aprovechaban para contarse
sus cosas. El gitano utilizaba el patio para poner un barreño en el suelo y con
un cazo de agua, no sé si caliente, se duchaba todos los días, todas las
vecinas veían al señor desnudo y parece que las espectadoras acudían a la fiesta
que solía ser siempre a la misma hora. Ellas también hacían palmas y se reían,
pero él seguía con su costumbre sin importarle lo más mínimo.
En
el Somorrostro, donde vivía mi abuela Lola, a la que yo visitaba habitualmente,
nació, el 2 de noviembre de 1918, aunque no está clara la fecha, la bailaora,
cantante y actriz, Carmen Amaya Amaya, en la barraca número 48, hija de Micaela
Amaya y José Amaya “El Chino” que se ganaba la vida tocando la guitarra en
tabernas y tablaos del Barrio Chino y que se llevaba a la niña desde que tuvo seis
años con él haciéndole bailar fandangos y bulerías, haciendo de ella una
verdadera artista, con el sufrimiento que suponía tantas horas de ensayos y
actuaciones siendo una niña.
El
flamenco en Barcelona florece en los años 30, en la exposición del 29 en el
recinto del Pueblo Español, que visitó el rey Alfonso XIII. Allí la familia
Amaya representó este arte, dándose a conocer en todo el mundo.
En
el año 1935 se va a Madrid y es donde se potencia en muchas salas, debuta como
actriz en un papel secundario de la película “la hija de Juan Simón” y “María
de la O”
Pronto
Carmen Amaya decidió dar un cambio en su vestuario, cambiando el vestido
tradicional de cola, por unos pantalones ajustados de tiro alto y chaquetilla
corta, que dejaba más a la vista la agilidad que desprendía su figura en
movimiento. Ella decía que su talento se lo enseño el mar, pero su exigente
padre le hacía bailar y le corregía hasta la perfección.
Fue
una figura mediática en los años 40. Debutó en EEUU en el cabaret de New York, Which
Conver y en el Carnegie Hall donde asistieron 22.000 personas.
“La
Capitana” que así le llamaban fue una de las creadoras del baile “Por Tarantos”
y protagonizó películas junto a Concha Piquer y Miguel de Molina.
Fue
nombrada “La Capitana” en Estados Unidos por la Marina, también por la policía
de New York y por el público, lo que la convirtió en la única mujer tres veces
capitana.
Charles
Chaplin dijo de ella que era como un volcán, alumbrado por resplandores de
música española.
Orson
Welles la definió como la mejor bailarina del mundo.
Buñuel
la ve y comenta que es una bailaora que meterá mucho ruido.
Fred
Astaire dijo: Mucho para ver, mucho para admirar y mucho para aprender.
Wiston
Curchill: Es una de las artistas más grandes que he visto en mi vida.
El
presidente de EEUU, Franklin D, Roossevelt puso a disposición de Carmen y su
compañía el avión presidencial para que viajaran a Washington y actuarán para
él en la Casa Blanca, ella no quiso percibir honorario alguno y Roswell le
regaló una chaquetilla flamenca bordada en oro y brillantes que ella repartió
entre las mujeres de la compañía descosiendo a mano cada una de las piedras
preciosas. Fue una gran figura mediática entre los años 1941 y 1946.
Rodó
películas en Cuba, Méjico y Argentina, dos películas, Knickerboker Holiday que
en España se tituló “Pierna de plata” y Follow the Boys “Sueños de gloria” que fueron
nominadas a los Oscars en 1945, la primera a la mejor canción y la segunda a la
mejor música.
En
abril de 1948 actuó en París, en el teatro “Des Champs Elisées”, donde todo el
público se puso en pie, cosa que no se había pasado hasta entonces.
Conoció
a su marido, Juan Antonio Agüero, en París y tras un corto noviazgo se casaron
en la iglesia de Santa Mónica, al final de las Ramblas de Barcelona.
Volvió
al Somorrostro en una visita muy emotiva y organizó un festival en el Palacio
de los deportes para recaudar fondos y ayudar a su antiguo barrio.
Otro
concierto benéfico lo dio en el Palau de la Música, en agradecimiento a su
acogida en Barcelona.
Siendo el alcalde de Barcelona José María de Porcioles, el 16 de febrero de 1959 se inauguró la única fuente del barrio a la que se le puso su nombre, fuente de Carmen Amaya. Era en el lugar donde ella iba a buscar agua de niña, la ciudad quiso rendirle homenaje, ella asistió a la inauguración, dejando una gira que ya tenía concertada, primero era su gente comentó y aunque no le gustó mucho, ya que los niños que aparecen por su aspecto le perturbaban un poco, que le recordaron su niñez, pero aceptó encantada que se le rindiera homenaje.
En
otra ocasión, en el año 1963, regresó a su querido Somorrostro para la
filmación de la película “Los Tarantos” del director Rovira Veleta. Otra
película destacada de Carmen fue “El amor brujo”.
Carmen
Amaia sufría una insuficiencia renal que le impedía eliminar las toxinas, los
médicos no tenían la solución a esa enfermedad, decían que gracias al baile
lograba eliminar esas toxinas a través del sudor y eso era lo que la mantenía
viva.
El
Ayuntamiento de Bagur, donde ella vivía, no tenía dinero para financiar la
iluminación de las ruinas del Castillo, ella se ofreció y organizó un gran
festival, fue el último baile de Carmen Amaya en contra del consejo de los
médicos.
Murió
allí, en Bagur el 19 de noviembre de 1963 a los 45 años frente a las olas del
mar, que decía que le habían enseñado a bailar.
Como
curiosidad diré que al planeta Venus se le dio el nombre de la diosa del amor.
En
el año 1991 el grupo de trabajo para la nomenclatura de los EEUU, bautizó a uno
de los cráteres del planeta con el nombre de Carmen Amaya, la única mujer
española desde el siglo XIIX que ha recibido esta distinción.