viernes, 18 de febrero de 2022

ANTECEDENTES

Parece mentira como la casualidad puede pasar por nuestras vidas sin apenas verlo, pero hoy paseando para llegar a una reunión en Madrid, he recordado una anécdota de mi abuela Lola, ella también vino aquí a ver a un locutor, decía ella, en realidad presentador de los telediarios, se llamaba Angel Losada (Clica para ver más), natural de Cebreros localidad perteneciente a la provincia de Ávila. Ella vivía en una población cercana a Barcelona llamada El Prat de Llobregat, donde está el aeropuerto y muy puesta ella, ni corta ni perezosa con 70 y pico años se fue a pie desde el Prat hasta el aeropuerto, saco un billete y se fue a ver a su admirado Ángel, el susto que tuvimos todos fue mayúsculo ya que para nosotros había desaparecido, pasado un tiempo prudencial mis tíos pusieron una denuncia por la desaparición de la Señora Lola, a lo que la policía, como marca el protocolo de actuación hasta al cabo de unas horas no se puso manos a la obra. Al día siguiente o un poco más allá la benemérita llamó que ya había aparecido en Madrid, pero no tenia billete ni dinero para volver, ósea que tenían que hacerse cargo mis tíos y mis padres para que Doña Lola volviera a casa, al poco tiempo la pusieron en un tren destino a Barcelona, donde la recogió la familia, y se ganó una bronca de ahí te espero, por el susto que hizo pasar. Después ella explico que había ido a ver al "locutor" y que no había tenido ningún problema, creo que llegaron a tomar un café juntos y hablar de sus cosas, entre ellas el nombre común de sus pueblos de nacimiento, él de Cebreros y ella de O’Cebreiro. Es decir que lo que yo hago todos los meses, ya mi abuela hizo hace 40 años lo hizo según ella sin ningún problema, pero hay que decir que entendía la televisión de otra forma y explicare porque, antes de poner la tele para ver el “parte" según decía, hoy lo llamamos telediario, limpiaba y arreglaba la casa, se ponía el mejor vestido, se peinaba y se sentaba frente al televisor  y entonces lo ponía en marcha ya que entendía que al igual que ella veía a su admirado Ángel Losada él también la veía así como todo su entorno, cuando Ángel explicaba, ella atendía e incluso corroboraba los que él le decía, ampliando la noticia si era necesario y rectificando cuando estaba segura de que la noticia no era la que sabía a ciencia cierta, como hago yo cuando voy a la reuniones, casualidad o premonición.

Era una persona muy humilde sin estudios, pero no analfabeta, más lista que el hambre, leía novelas que se repartían por el barrio por entregas que hacían llorar como madalenas a todos sus lectores. Nació entre mucha miseria en una aldea entonces, hoy un pueblecito, que está en el Camino de Santiago como ya he dicho llamado O’Cebreiro, recuerdo que cuando enviábamos cartas la dirección era “El Cebrero”, en Piedrafita del Cebrero, por Sárria, Lugo. Parece que por Sárria las cartas llegaban antes. Ella explicaba que hacía mucho frio, pero yo no entendía, hasta que fuimos a O Cebreiro, cuando tenía once años en un viaje inolvidable , pues fue la primera vez para muchas cosas, la primera vez que monte a caballo, la primera vez que probé el pan de centeno casero, la primera vez que cene a la luz de una vela tan roñosa que no se veía ni lo que comías, la primara vez que probé el orujo, por cierto entre varios me engañaron el parador regentado por la familia de mi tía me dijeron que aquello que para mi parecía agua se debía beber de un trago para no tener frio, y aquello del frio era verdad pero no así lo de tomarlo todo de un solo trago, a los diez u once años no se lo recomiendo a nadie, porque el sabor no se lo encontré pero el ardor que sentí desde la boca hasta el estomago aun lo recuerdo hoy. Cuando llegamos al pueblo después de un viaje de unas 20 horas con un seiscientos cargado con cinco personas con todo el equipaje y por unas carreteras llenas de baches, muchas de ellas en construcción en las que mi padre en repetidas ocasiones tenía que consultar un mapa cuando era de noche y preguntar a alguien cuando podía, llenando el depósito en gasolineras que parecía que estábamos en el medio oeste, y mirando la temperatura del agua por si acaso, para que no se recalentara el radiador, en fin un periplo importante y después de muchas horas por fin llegamos. No conocíamos a nadie, pero llevábamos la ilusión de la sorpresa para unas personas que solo conocíamos de oídas. En aquel viaje la empecé a conocer, aunque ella ya no estaba allí, recordando el microrrelato del escritor Augusto Monterroso. “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí”. Como anécdotas de aquel viaje cabe destacar que cuando llegamos y después de preguntar en la primera casa, nos dirigimos a una casa muy grande de piedra y con unos muros que si no llegaban al metro poco faltaría, y con una cocina también muy grande, entramos gritando algo así como "hay alguien en casa", al cabo de un par de veces de gritar, apareció una mujer, de aspecto aldeano  pero con una mirada bondadosa que se nos quedo mirando con cara de curiosidad,  al fijarse en mi madre fue ella quien dijo con gran ilusión, tu eres hermana de kiko, así llamaban a mi tío, segundo hijo de la Sra. Lola, eres igual que tu hermano y que tu madre, ciertamente mi madre y mi abuela eras caras calcadas y fue ella, mi tía Encarna, mujer de origen cubano, la que hizo las veces de anfitriona y a la que no me cabe a día de hoy mas que agradecimiento, pues en las pocas ocasiones en las que converse y me hospede en su casa el acogimiento fue de primera categoría, como decía ella transformo aquel encuentro en una maravillosa vivencia y llamó a su marido (mi tío Kiko) y a su hijo Suso, mi primo. El marido apareció al momento, pero mi primo no, a él no se le ocurrió otra cosa que saltar por la ventana lo que fue un susto mayúsculo para los recién llegados, no así para los habitantes de la casa. Para mi saltar por la ventana tal como lo dijo Kiko quería decir algo así como matarse o romperse una pierna como poco, para ellos significaba escaparse de casa cayendo en un pajar para desaparecer un buen rato, según mi tía a modo de disculpa "es que es muy vergonzoso". Después de los primeros comentarios de bienvenida y estando cansados de la paliza del viaje aparecieron las primeras sorpresas, pues ellos tenían trabajo que no podía esperar, sacar las vacas del establo y llevarlas a pastar a uno de los campos que tenían cerca del pueblo.

 Apareció Suso, me resulto ser un chaval muy ágil comparándolo con mis amigos, ya que tenía el antecedente de que era capaz de saltar por la ventana, era de mi edad más o menos, respiraba salud por todas partes, mejillas coloradas, brazos musculados y vestido con ropa hecha a mano, sin duda por su madre, que sabia tejer y manipular las telas para salir del paso y asegurarse que no pasara frio. Con Suso descubrí lo dura que eran las tareas del campo, fui con él a que pastaran las vacas, mi abuela ya lo hacía a muy temprana edad, resulta que eran 6 vacas enormes que se pasaban el día en aquel campo, parecían muy bien adiestradas, aunque en ciertas ocasiones se saltaban las lindes para alimentarse de las coles del vecino, y a cierta hora que ellas sabrían, porque yo no, volvían al establo, creo que solas o por indicación de alguien. Durante el acompañamiento con mi primo, ya éramos amigos, me explico cosas que a mí ni se me habían pasado por la mente, por ejemplo que tenía que ayudar a hacer los tejados de las pallozas "casas típicas de la zona" pues mi tío era uno de los pocos especialistas que sabia poner la cubierta de la vivienda y mi primo era el ayudante, claro yo ayudaba a mi padre en cosas de su trabajo y él ayudaba al suyo, me pareció sorprendente que un chaval tan joven llevara una navaja y que cortara tan bien, parece que el trabajo de pastoreo requiere llevar un cuchillo por si acaso o para pasar el tiempo cortando el primer palo que te encuentras que a la vez sirve para pegar suavemente y a veces no tan suavemente a la vaca que llevas delante para que espabile. Me dijo que al día siguiente iríamos a dar un paseo a caballo, yo nunca había montado a caballo y me pareció una idea genial. Claro de entrada bien, pero cuando llego el momento la cosa no fue tan fácil, lo primero y más destacable es que los caballos no tenían silla de montar, ni la tendrían en todo el día, con lo que solo sabe lo que es montar a pelo durante seis o siete horas puede hacerse una idea de lo que fue aquello, divertido pero doloroso. Llegue a conocer en mis piernas y mi trasero todos los huesos de la columna del jamelgo, muy bien domado pero al no tener donde cogerse fue una aventura subir, mantenerse y bajar del animal, además de ser un terreno muy inclinado, toda una aventura, fue todo nuevo pero una  de las cosas que más me llamo la atención fue que al caer la noche subió una espesa niebla que no nos dejaba ver absolutamente nada, para que nos hagamos una idea, una bombilla encendida de sesenta vatios no se veía a una distancia de un metro, lo medí expresamente pues me parecía mentira una espesor de niebla tan grande, perderse parecía una cosa muy fácil, si además tenias que cuidar a los animales que no veías la situación por la que paso mi abuela en su infancia debía ser espeluznante cuando aparecía aquella niebla. El cura del pueblo en esas ocasiones tocaba la campana para orientar a la gente del pueblo.

 Me conto mi tío que ella con cuatro o cinco años ya cuidaba las vacas, un total de seis o siete, cada una con su nombre y a la que todos los vecinos conocían, formaban parte de la familia que a la postre vivían juntos cuando mi abuela Lola era pequeña. El lugar donde vivía la familia se denominaba "Palloza" y describiré brevemente como era, la construcción consistía en un muro exterior circular de no mas de un metro y ochenta centímetros de altura, de piedra de la zona y de unos diez metros de diámetro de un grosor aproximado de un metro, la única abertura era una puerta con dos alas que se abría del todo para el paso de personas y animales y si la parte de abajo permanecía cerrada servía para que no se escaparan las bestias, pero el ala superior permitía el paso de la luz y el aire para ventilación. La parte de la cubierta consistía en una estructura muy bien construida a base de entramado de vigas de madera sobre la cual se trenzaba con brezo de centeno, de un espesor de más de un metro y que era un aislamiento total, pensemos que debía soportar temperaturas extremadamente bajas, alrededor de 20 grados negativos y el grosor de la nieve caída podía suponer más de un metro. Debo comentar que mi tío era hasta el año 1980 uno de los mejores constructores de tejados de la zona, lo llamaban cuando se tenía que reparar o construir una palloza en los alrededores, sigamos con la descripción de la palloza, lugar donde nació mi abuela Lola en el año 1898. De planta circular y su interior estaba seccionada por la mitad, a la izquierda tal como se abría la puerta estaban los animales, según descripción de mis tíos las vacas estaban en un apartado, los cerdos en otro, las gallinas y no recuerdo si también habían conejos en otro, alguna oveja también había, con aquello y trabajando todo el tiempo se podía vivir, las vacas daban leche y sus derivados, mantequilla, queso etc., las gallinas huevos, y los cerdos la carne necesaria para subsistir, en otro momento hablaremos de los alimentos del lugar. El resto de la vivienda, más o menos la otra mitad, estaba destinado a las personas, una cocina y dos habitaciones, pero en la cocina era donde se pasaban todo el tiempo exceptuando el momento de descanso. Parece increíble la cantidad de cosas que se pueden colgar de las vigas del techo, cuando me lo enseñaron había desde chorizo y morcillas que se iban ahumando con el paso del tiempo hasta mazorcas de maíz por no decir algún jamón y toda la verdura que se puede poner a secar, todo ello tenía un color propio de haber pasado mucho tiempo sin cuidar, para acabar de describir el interior de la palloza diré que en lo más alto se situaba una ventanita que se abría entre el brezo en la que mi tía Encarna me dijo que por culpa de aquella abertura tan diminuta se había dejado la vista, tiempos duros también para ella, que se vino de Cuba, que había sido una provincia española hasta 1898, para ir a parar a aquel lugar inhóspito, cuando vino con veinte años. Cuando veo poblados o mejor dicho despoblados en ruinas en los que aparece lo que podríamos denominar un castro prerromano y que todo aquello ha desaparecido y solo han quedado las piedras, pues así es como quedaría el Cebrero en el tiempo en que yo lo vi, circunferencias de piedra de noventa centímetros de grosor y una vivienda muy cerca de la otra formando un castro de ocho o nueve viviendas para un total de treinta o cuarenta personas, es decir como hace mil años en un poblado celta. Pues así es como vivió mi pobre abuela consecuencia de una partida de cartas según me explico su segundo hijo Kiko. Su primer apellido era “De Andrés”, lo que denota su procedencia noble, el “De” viene a ser como denominación del condado o del marquesado, pues mi antepasado se apostó en una partida de cartas el condado, las tierras, el mejor caballo y lo más triste, a su esposa, y lo perdió todo hay que ser bobo.

Total, que el ganador de la partida se lo quedo todo, bueno todo no, mi abuela se quedo con su madrina con tres o cuatro años y espabila si puedes que aquí no hay ningún lujo y aprendió desde muy pronto a pastorear vacas, a tejer con agujas, a hilar con el uso, a amasar el pan de centeno, a ordeñar, a criar y matar a los animales y sobre todo a resistir al frio, al frio de verdad. Me cuesta mucho imaginarme como un individuo en su sano juicio puede apostarse y perder en una partida a la propia esposa, como todo se puede ir al garete a no ser que el alcohol o alguna otra sustancia haga estragos en un cerebro, que por otro lado menosprecia la vida de la esposa y deja en la absoluta miseria a una niña de tres años, desvalida de todo y de todos, sin duda aquella partida marco para siempre a mi abuela, en este relato no pretendo juzgar a nadie, más bien entender como un ser humano es capaz de sobrevivir a pesar de todas las circunstancias, guerras y cambios de gobierno en una España dividida.

 ¿Cómo debió ser aquella partida?, me la imagino en un lugar lúgubre, por aquel entonces la luz eléctrica no existía el aquellos parajes, con mucho ruido hasta que ocurría algo importante que era cuando todos pasaban a estar a la expectativa, supongo que las mujeres de vida fácil de la época se arrimaban allí donde había dinero y en aquellas partidas de naipes seguro que corría el dinero, el vino, el orujo sino algo más fuerte y puede que también hubiese alguien tocando una gaita o una guitarra para poder bailar con las mujerzuelas, en fin todo lo que podía tener una taberna donde lo más importante era correrse una buena juerga y si eras jugador ganar o perder un buen dinero al juego de moda por aquellas tierras, embaucado por todas esas circunstancias y tal vez por otras del tipo jugadores profesionales o tal vez tahúres dispuestos a ganar a cualquier precio, no es de extrañar que alguien con poco sentido de la vida humana y teniendo en expectativa un numeroso grupo de público, unos animando y otros gritándole que no era capaz de apostar lo que no debía, le obligó a hacer aquello que en su sano juicio ni se plantearía, perderlo todo. Luego como le diría a su esposa que lo perdió todo, llegaría borracho, sucio y habiéndole cambiado la vida en su totalidad, ella pertenecía a otro y pasó de ser un señor, a ser la persona más miserable que conoció. Un poco como aquellos romanos del tiempo de Adriano en la antigua Roma que se apostaban a sí mismos ante un combate de gladiadores y que si perdían la apuesta pasaban a ser ellos sus esclavos, la miseria más absoluta, pues así quedo mi bisabuelo, un despojo, después de aquello no se supo nada mas de él, que yo sepa.

El año 1898 no olvidemos que fue el que le dio nombre a todo un movimiento, la generación del 98, con todos los ilustres escritores de la época que asumieron el desastre colonial pretendiendo transformar la España de la época, Antonio Machado, Azorín, Unamuno, que en una de sus frases celebres dice “A los civiles se les puede militarizar, pero a los militares no se les puede civilizar”. Mas adelante explicaré lo que me pasó cuando hice el servicio militar con esa frase de Miguel de Unamuno, principal exponente de la generación del 98, otros serían Ramiro de Maeztu destacado diplomático, Pio Baroja, conocido por su producción novelística, Ramón María del Valle-Inclan, dramaturgo, poeta y novelista. Fueron quienes cambiaron, con su literatura el método de observación de la realidad por una visión subjetiva, haciendo la crítica y poniendo el lenguaje natural al servicio del pensamiento, en un escenario amargo y pesimista que pretende remover a la España de entonces la conciencia nacional, las inquietudes y vicisitudes de la realidad social ante la vida, la muerte, Dios, el estado de ánimo, a veces desolador y triste en una España desolada y triste. Pues más desolado y triste fue el entorno de Dolores De Andrés Léndez, que parece que hasta en el nombre acertaron el día de su bautismo, aunque ella a lo largo de la vida supo trampear todas esas escenas en la España desolada y triste.

Paso a contar la anécdota que comentaba, resulta que hice el servicio militar en el Cuartel del Bruch, en infantería en el regimiento Jaén 25, allí por decisión del capitán de la compañía me ordenó que montara un tablón de anuncios donde se explicaran cosas de interés de la compañía, cosas graciosas etc. Me pareció graciosa una frase que me dijo un compañero, con pinta de intelectual, que me comentó que era de Unamuno y que yo desconocía su significado coyuntural que más tarde descubrí, como ya he apuntado la frasecita era “A los civiles se les puede militarizar, pero a los militares no se les puede civilizar”, con la doble versión con sarcasmo propio de Unamuno, ¿Cuál sería mi sorpresa después de haber colocado en lugar preferente el tablón?, que además contenía muchas otras cosas, la llamada del capitán a una sala apartada me sobresaltó, Cabo, me dijo, ¿usted sabe el significado de la frase que ha colocado en el tablón?, pues exactamente, no, mi capitán, pero la encontré ocurrente y graciosa. ¿Usted sabe que por una cosa así puede ingresar en el calabozo por un tiempo indeterminado?, pues no, mi capitán. Supongo que no queriendo hacer más dolor en mi persona y dándome una orden muy severa dijo, quite usted inmediatamente la frase del tablón y antes de colocar más cosas graciosas quiero verlas. La orden dada por el capitán se cumplió inmediatamente y al calabozo solo fui para hacer guardias a los presos que allí estaban, por cierto, cien guardias, pero pude corroborar la frase de Groucho Marx en la que dice “inteligencia militar, es una contradicción en sus términos”.

El año 1898 también fue el que Estados Unidos de América nos declaró la guerra tras el hundimiento del acorazado Main en Cuba y en el que Emilio Aguinaldo proclamó la independencia de Filipinas de España, menudo aguinaldo le tocó a la piel de toro. Fue el año en que se perdieron las últimas posesiones en Cuba y Puerto Rico, durante el conocido Desastre del 98. Pero en O’Cebreiro pueblo a 1300 metros de altura, solo pasaban cosas cotidianas salvo algún peregrino con muy pocas pertenecías que solicitaba hospedaje y algo que llevarse a la boca. Años antes en aquel lugar había una hospedería que corría a cargo de los monjes de San Benito, siendo parada obligada en la ruta jacobea del camino de Santiago francés. En 1836, 62 años antes del nacimiento de mi abuela, se produjo la exclaustración que significó la muerte del priorato por la ley de desamortización de Mendizábal, los monjes benedictinos tuvieron que irse y en 1854 los bienes eclesiásticos dejaron de existir con lo que con el paso del tiempo y el abandono hizo mella y quedo todo en ruinas. Se tienen datos de que desde el año 836 había sido Hospedería del Cluny, regentado por monjes Benedictinos franceses que participaron plenamente de la asistencia corporal y espiritual a los peregrinos que pasaban por aquellas tierras. Mi abuela pobre de ella, lo que conoció fue pobreza, miseria y ruinas, años más tarde se reconstruiría la iglesia y la hospedería que como ya he reflejado con anterioridad, era regentada por familiares de mi tía y fue donde conocí a mi prima Encarnita, que trabajaba allí.

 En el escudo de Galicia figura el Santo Grial de O’Cebreiro, por el milagro ocurrido en el monasterio de San Geraldo de Aurillac, así es como se llamaba el convento. Cuenta la tradición que sobre el altar estaba celebrando la eucaristía un monje, el día era de un frio insoportable, la nieve se amontonaba y soplaba un viento gélido por lo que el monje pensó que nadie asistiría a la celebración, pero Juan Santín, un vecino muy devoto de una aldea acudió. El monje de poca fe, menospreció el sacrificio que hizo el campesino, y comento algo así como “total por un poco de pan y vino el frio que habrá pasado”. Pero en el momento de la Consagración, la Hostia se convirtió en carne sensible a la vista, y el contenido del Cáliz en sangre, que hirvió y tintó los corporales. Los corporales con la sangre quedaron en el Cáliz y la Hostia en la patera. El Cáliz esta datado en el siglo XII y presenta las inscripciones “Hoc sacratur quo cuntis vita parabatur”, “In nomine nostri et beate Marie Virgine”. “Esto ha sido consagrado para que la vida sea reparada para todos”. “En el nombre de nuestro [Cristo] y de la beata María Virgen”. La noticia del milagro con el paso del tiempo recorre Europa y hace peregrinar a alemanes y franceses. En 1486 los Reyes Católicos de peregrinaje a Santiago de Compostela, se detuvieron en el monasterio y donaron los fanales donde se guardan las reliquias. La opera “Parsifal”, de Richard Wagner, parece que está inspirada en los hechos acaecidos en el pueblo de mi abuela materna.

Piedrafita do Cebreiro (Clica para ver más)  que es la cercana población de la que depende O’Cebreiro, quiere decir algo parecido a Pedra (piedra) fita (hecha, chantada, tallada) puede ser de un menhir o de una piedra para dar entrada a alguna construcción. Do Cebreiro (de cebra o caballo de tiro o labranza).

 

Cuando nació, el mundo estaba hecho unos zorros, por un lado la pérdida de las colonias españolas de ultramar en el conflicto bélico con Estados Unidos que dieron lugar en España a la expresión «Desastre del 98», la repartición de los nuevas zonas en el mundo, al no participar EEUU en los territorios de África y Asia si querían los territorios del Caribe, así que vieron en Cuba y Puerto Rico una forma asequible para sus propósitos, Filipinaslas Carolinas y las Marianas, Guam entre otras y las Palaos en el Pacífico también fueron presas fáciles, España estaba en horas muy bajas, no estaban lejanas las guerras Carlistas los periodos de intervalos republicanos, la regencia y expulsión de España por corrupta de María Cristina.

 Nieves Concostrina realiza, en la cadena Ser, Cualquier tiempo pasado fué anterior (Clica para ver más), donde explica los niveles de corrupción en la España en tiempos de María Cristina de Borbón.

 Alfonso XIII que tenía 12 años cuando asumió el poder efectivo a los dieciséis años de edad, el 17 de mayo de 1902, en ese momento mi abuela tenía 4 añitos, es decir eran prácticamente contemporáneos y mi abuelo Evaristo 9, que era el padre de mi padre, Lola la madre de mi madre,  al cual creo que le sería igual quien mandara en España, tenían otros problemas muchos más graves, el hambre, las enfermedades, la falta de todo tipo recursos y la ignorancia que hacía mella en toda la población con pocos posibles.

Con cuatro años explicaba mi abuela que cuidaba ya de las vacas que la familia tenía para subsistir, las llevaba al monte a pastar y vigilaba de ellas, decía que allí en el Cebreiro, es así como ella llamaba a su pueblo, hacía tanto frio que en algunas ocasiones orinaba en un bote y metía sus manitas para calentárselas, a esa corta edad empezó a desarrollar una destreza con las piedras, era capaz de controlar a las vacas haciendo que no pasaran a un pasto vecino a pedradas, luego eso le sirvió para controlar a distancia algunas circunstancias que la puntería había desarrollado desde su corta edad.

La idea de escribir sobre mi abuela Lola, me vino por la cantidad de anécdotas y situaciones sorprendentes que había oído hablar de ella con mi familia, sobre todo materna, en la que todo en ella parecía extraído de una novela en la que la protagonista era poco menos que la espía Mata Hari, famosa bailarina y actriz, nacida en el año 1876, 22 años antes que ella condenada a muerte y ejecutada durante la I Guerra Mundial. Por cierto, la palabra mata Hari significa, en idioma malayo, sol y literalmente "ojo del día".  Con mucho ojo fue Lola durante toda su vida para que la vida no la condenase a ella.

De las situaciones destaco a modo de ejemplo una que me contó mi madre relacionada con la puntería.

Cuando mi madre tenía unos cinco años, corría el año 1938, durante la guerra civil en España. En Barcelona se pasaba hambre, pero hambre es poco, mucha hambre, era tanta que en la ciudad no se veían gatos, de ellos solo se atisbaba la piel a secar en las terrazas.  Los pocos víveres que aún quedaban debían servir para alimentar las tropas destacadas en los puestos Nacionales contra los últimos reductos Republicanos o Anarquistas. Por invitación de su amiga Sisqueta, con la que habían trabajado juntas en el cuartel de intendencia cuando mandaban los republicanos y conociendo el terreno, decidieron hacerse con un cordero que debía ser transportado en tren al día siguiente, ellas conocían donde se guardaban por la noche y si no los oirían balar y ya verían, mi madre fue la elegida entre las hermanas para hacerse cargo y en algún momento,  si ellas no podían entrar entre las pequeñas rendijas que quedaban entre los vagones del tren fuera ella la que por su tamaño se colase dentro e informara de la situación, que oveja era la más adecuada por donde se tenía que pasar o por si acaso había vigilancia.

Ya de noche, 3 o 4 de la madrugada se dirigieron a las cercanías de la estación donde había muchos vagones pendientes de locomotora que los trasladasen al lugar de destino y dentro de ellos se encontraba el codiciado botín, prácticamente sin vigilancia, pues eran pocos los soldados para cubrir tanto espacio. Pero sí quedaba alguno, aunque somnoliento por la hora de la guardia. A Lola se le ocurrió que lo adecuado era entretener a aquellos soldados ya que si la oveja balaba se darían cuenta del atentado que se estaba produciendo bajo su responsabilidad, total que cogió unas cuantas piedras de la vía, recordemos que ella tenía muy buena puntería, y tiró una a lo lejos para que los soldados se despertasen con el ruido y corrieran hacia aquel lugar, a continuación tiró otra en dirección contraria a la anterior y así varias veces, tiempo necesario para que su amiga localizara el lugar de donde sacar la ovejita, cosa que así ocurrió, total que piedra por aquí… piedra por allí los soldados iban locos de un lugar a otro, mi madre se coló dentro del vagón consiguió localizar en animal deseado y con su amiga rescatarlo de las fauces del convoy y mi abuela y sus proyectiles hicieron correr a unos cuantos guardias, nadie sabe cuántos de aquí para allí, el hecho fue que durante unos pocos días el hambre no fue tan dura, pero mi madre cuenta que no ha pasado tanto miedo en su vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mercromina. El color rojo de una época

  En mi niñez, me llamaba poderosamente la atención el color rojo de la mercromina ya que me recordaba a la sangre. Pensando en ello me he p...