lunes, 27 de febrero de 2023

La revolución industrial y social.

 

La revolución industrial a finales del siglo XVIII es una pieza clave para entender el nacimiento en Inglaterra de las “colonias industriales”.

Durante la segunda mitad del siglo XIX se expande en Cataluña la implantación de este tipo de fábricas por el desarrollo tecnológico que supuso la turbina hidráulica.

En las cuencas de los ríos Ter y Llobregat se implantaron numerosas colonias por la existencia de carbón en las cabeceras de estos ríos. Se han hecho estudios internacionales y parece ser que el Llobregat fue el rio más aprovechado de Europa hasta los años 50 del silo XX.

Los dueños de las colonias contaban con mano de obra barata contratada para la fabricación de todo tipo de telas o zapatos. La colonia era un recinto aislado y salir de ella en aquel momento era bastante complicado ya que viajar suponía mucho esfuerzo. Se socializó la producción, aprovechando los recursos hidráulicos y del carbón.

Los empresarios se nutrieron de obreros que venían del campo de otras regiones de España donde la vida aún era peor.

Como las condiciones de vida eran mucho mejores que en las ciudades, la conflictividad laboral era muy escasa.

El empresario lo controlaba todo, sueldos, trabajo, formación, economato (lugar donde se realizaban las compras, tanto de alimentos como de artículos de limpieza o utensilios).

Existía lo que se denominaba "cama caliente" un obrero dormía mientras otro trabajaba. En muchos casos disponía de escuela cuya enseñanza era separada para niñas y niños, tutelada por el patrón y el clero. La colonia también disponía de Iglesia.

La fábrica era el lugar predominante y el eje de la colonia, otro lugar destacado era la casa del amo, donde residía la familia distinguida, el sistema era muy similar al feudal de 500 años antes. Las pequeñas casas para los obreros eran de diferente superficie dependiendo de la categoría del trabajador en la fábrica. 

                                            Colonia Industrial Cal Pons, Puig-reig

Existió la denominada economía circular, lo que cobraba un obrero como salario o con papeletas canjeables, se lo gastaba en los comercios de la colonia, como en el economato o la cantina, y así, el patrón ahorraba y todo el dinero volvía a sus manos. También solía haber una taberna donde distraerse o jugar a las cartas, un teatro y un casino donde tentar a la suerte. Las casas se alquilaban a los obreros, es decir, negocio redondo.

Con la visión de hoy podemos darnos cuenta que en aquel momento el capitalismo estaba en estado puro

La vida en la colonia empezaba con el toque de la sirena a hora muy temprana y todos los obreros se dirigían a sus puestos de trabajo para comenzar su jornada laboral.

En la colonia había unas estrictas normas y un trabajo duro para todos. En aquel momento era un sistema revolucionario, trabajaban mucho, pero podían vivir. 

En Cataluña hubo unas 80, con un gran número de familias venidas del resto de España, sobre todo del sur.

La esclavitud se abolió en España el 4 de julio de 1870, en ese año se promulgaba en España la Ley preparatoria o de abolición gradual de la esclavitud, conocida también como “Ley de vientres libres” o “Ley Moret”. 

La RAE define la palabra esclavo como la persona que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra. También se define como persona que carece de libertad y derechos propios por estar sometido de manera absoluta a la voluntad y el dominio de otra persona que es dueña y que puede comprarse como si fuera una mercancía. ¡Ahí lo dejo!

Se debe decir que en las colonias industriales no había esclavitud, aunque pertenecer a un colectivo como aquel no distaba mucho al pertenecer al amo de la colonia como una mercancía más.

Barcelona fue la principal provincia fabricante de la industria textil y de calzado, en 1860 fue pionera en la modernización tecnológica gracias a la revolución industrial.

En 1900 Cataluña producía el 35% del calzado español, los salarios eran mejores que en el resto de España por el elevado coste de la vida.

Calzados Segarra, competidor de mi bisabuelo en la industria del calzado, fue una empresa puntera y tuvo una colonia de fabricación con 300 viviendas para sus trabajadores, que incluso contaba con instalaciones deportivas y clínica.

Silvestre Segarra comenzó su actividad en 1882 elaborando alpargatas de esparto, el calzado propio de las clases populares, pero pronto se convirtió en el principal proveedor de botas para el ejército al servir un calzado mucho más duradero, las botas tenían suela de goma y eran de piel, recuerdo que de niño tuve unas botas llamadas “Segarrinas” muy parecidas a las que luego calcé haciendo el Servicio Militar. Pero eso es otra historia.

El 1 de junio de 1903, en un mitin de la sociedad “La igualdad” al que asistieron más de 2000 personas según los periódicos “Diluvio” y “La Publicidad” se acordaron las bases para regularizar el trabajo en la industria del calzado. La parte más importante del dictamen la presentó un obrero, apellidado Montesinos. En ella se exigía que se aboliera el trabajo a destajo y la jornada laboral fuese de 8 horas, aparte de regularizar el salario, la clasificación laboral y que hubiera igualdad de salario entre fábricas y talleres más pequeños. Muy pocos patrones contestaron y el 15 de junio se acordó hacer huelga por unanimidad de los presentes, poco después algunos obreros fueron detenidos por la policía, otros obreros fueron a protestar al Gobernador Gonzalez Rothwos quien dijo: “La huelga es coartar la libertad al trabajo, cosa que de ninguna forma puedo consentir”.

Una comisión de huelguistas se presentó en una fábrica del barrio de Gracia para comunicar a los trabajadores la declaración de huelga, el patrono los recibió con un revólver en la mano y estos también sacaron armas de fuego, aunque parece que la cosa no fue más allá.  

La huelga tuvo mucha repercusión ya que había mucha precariedad laboral, hasta el punto que muchos de los obreros trabajaban en sus casas con sus herramientas y en caso de accidente nadie se responsabilizaba, pero sobre todo con unos ingresos muy escasos. En pocos días de presión, los empresarios vieron la necesidad de crear una comisión para tratar con los huelguistas y después de mucho estira y afloja los patronos concedían jornadas de 9 horas haciendo constar que la comisión que visitó las fábricas había sido bien atendida por los patronos. Por las mismas fechas se había declarado huelga en muchos otros sectores, transportes, albañiles, torneros, picapedreros etc. Es decir, el ambiente estaba muy crispado por las circunstancias políticas y sociales, la gente no tenía suficiente dinero para vivir.

Se acordó finalmente en julio del mismo año, aparte de la jornada de 9 horas, que se incrementaran los sueldos un 15%, que todos los obreros trabajasen en fábricas y que los patronos facilitarían las herramientas a los obreros en el mismo centro de producción, entre otras mejoras. Puede definirse que hubo una regularización en el sector, sin llegar a ser un triunfo para ninguna de las partes.

En lo referente a mi bisabuelo paterno supuso una pérdida de respeto frente a sus trabajadores, lo que agrió aún más su carácter. Desde aquel momento se metió en política creando años más tarde el Partido Socialista Obrero de Alfonso XIII. ¡Qué paradojas tiene la vida! Un patrón que abusaba de sus empleados creó un partido “Socialista y Obrero”.

En enero de 1916 se aprueban los estatutos del partido donde dijo ser un partido catalán fundado por un conjunto de obreros conscientes que sienten en su corazón los alientos de la Monarquía y que tienen al Rey por bandera y que aspiran a reunir a todos los amantes del orden, el progreso y para el engrandecimiento de España.

A la presentación del partido en el “Teatre nou” de Barcelona a la que asistieron personalmente los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, junto con el Gobernador Civil, el Capitán General, el Jefe Superior de Policía y el Comisario General de Seguridad. Se inauguró la nueva sede local del partido con los siguientes principios, engrandecimiento de la Patria y sus regiones, mejora de la defensa, avance en la salud pública, mejoras en la ciudad de Barcelona, teniendo en cuenta la crisis que se avecinaba.

Por otro lado, trabajar con las autoridades por el mantenimiento del orden y el respeto a la propiedad y a la libertad de trabajo. Siendo sus lemas, paz, cultura, sanidad y justicia, hacer profesión de amor a Cataluña, a su lengua, a sus tradiciones y a la nación gloriosa. Teniendo como objetivos, Monarquía y Trabajo.

jueves, 2 de febrero de 2023

Passeig de Gràcia y “La manzana de la discordia”.

 No conocí a mi bisabuelo, José Ferrando Albors, padre de mi abuela paterna, ella siempre me decía que sobre todo no me relacionase con la política ni que saliera mi nombre en los periódicos, ella sabía por qué, ya que conocía en sus propias carnes lo acontecido en su familia.

La experiencia vivida con su padre hacía que desconfiara de todo, su madre falleció dejando a su hermana Josefina y a ella huérfanas, su marido, mi abuelo acusado por pertenecer a la CNT sin serlo, su padre arruinado después del golpe de estado de Miguel Primo de Rivera, ya que suprimió de un plumazo todos los partidos políticos anulando por lo tanto el “Partido Socialista Monárquico Alfonso XIII” fundado en enero de 1916 por mi bisabuelo José Ferrando Albors. 

El negocio que tenía, era una empresa de calzado que disponía de varias tiendas, una de ellas en el Passeig de Gràcia, una fábrica de zapatos y la manufactura de todo aquello relacionado con el calzado.

En el círculo familiar no se mencionaba la relación familiar con la política, ni a favor, ni en contra, tengamos en cuenta que, entre mi abuelo, acusado de ser de izquierdas y mi bisabuelo, claramente monárquico había una confrontación permanente y mi abuela se encontraba entre la espada y la pared.

Solo en alguna ocasión comentó mi abuela, que su padre era el zapatero del rey Alfonso XIII, pero sin darle mayor importancia, como padre dejaba mucho que desear, tanto a su hermana como a ella les privaba de todo, y el dinero, que parece que movía bastante se lo gastaba en todo aquello que podemos clasificar de reprobable mientras sus hijas pasaban penurias.

Una de las tiendas de José Ferrando, la que estaba en Paseo de Gracia, no sé exactamente dónde, pero sí sé que era cerca de la Manzana de la Discordia, donde en menos de 100 metros se concentra una arquitectura espectacular.




El nombre de “La manzana de la discordia” está inspirado en la mitología griega y se basa en la celebración de la boda de Peleo y Tetis donde habían sido invitados todos los dioses excepto la diosa de la discordia Eris, ésta se presentó a la boda con una manzana dorada con la palabra Kallisi, que quiere decir, “A la más bella”. Varias diosas se pelearon para obtener la manzana, Zeus el padre de todos los dioses, zanjó la disputa y ordenó a Paris “El de la hermosa figura” príncipe de Troya, que juzgase y éste emitió el veredicto que se la entregase a Afrodita.

Al entregarle la manzana a Afrodita (Helena), esposa de Menelao de Esparta, cuenta la mitología que Paris, enamorado de Afrodita, la rapto provocando la famosa Guerra de Troya.

Se habla del paralelismo, entre la manzana dorada y la manzana de casas del Passeig de Gràcia entre Consell de Cent y Aragó, se trataba de ver qué casa era la más bella.

En un principio Barcelona estaba amurallada y literalmente ahogada, con calles muy estrechas y sin ventilación. Había un camino que la unía con la villa de Grácia, llamado “Camí de Jesús”, que después fue el actual Passeig de Gràcia.

Los militares, propietarios de los terrenos autorizan un plan; hacer obra pública. Nace un espacio para uso de los barceloneses y durante 30 años a izquierda y derecha se instalan construcciones desmontables. El teatro Tivoli, el Prado catalán, jardines con esculturas, cascadas, fuente quiosco con café y bebidas, un teatro para 1800 personas etc…

En 1854 se derriban las odiadas murallas y allí se inaugura uno de los mejores parques de atracciones de Europa “Els camps Elisis” con jardines, laberintos, teatros, montañas rusas, etc.… pensado para todo tipo de público.

En 1881 y gracias al mecenazgo del banquero, Evaristo Arnús, se inaugura un pequeño Liceo, donde se podía escuchar música de gran calidad, una de las más destacadas fue el estreno mundial de la ópera “Carmen” de Bizet.

Por decisión de Madrid, se construye una edificación en el cruce con la calle Aragó, el enlace de tren con la capital y por donde pasaban las vías que cortaban el Passeig de Gràcia. Josep Pla calificó la obra como “Partenón de la arquitectura urinaria” por su semblante a los retretes públicos, no obstante, era la mejor comunicación con Madrid.

Acabado el poder militar y con el “Plan Cerdá” empieza la especulación y la burguesía empieza a ocupar edificios inmensos en lo que se denominó “Quadrat d’or” en el Passeig de Gràcia y colindantes.

El plan urbanístico aprobado en 1860, llamado “Plan Cerdá”, es donde se perfila el Paseo de Gracia como eje principal. Se construyen las residencias de las familias más prestigiosas y adineradas de la ciudad Condal, es donde a principios de siglo, la burguesía catalana hace gala con mucha opulencia de sus posesiones, no solo en la arquitectura, también en vestidos, joyas, complementos, sombreros, incluso carritos de bebé, etc…, hasta el punto que las señoras, mandaban a didas (amas de cría) y criadas con sus joyas, para pavonearse ante el vecindario, amistades y demás paseantes para lucir sus pertenencias.

En este escenario se instalaron los mejores comercios del momento como las sastrerías Comas, Gales Bel, Furest o Santa Eulalia.

El Paseo de Grácia, servía para eso, para pasear, ya fuera a pie, en bicicleta, a caballo o en carruaje, donde ser saludado, era la forma de aparentar muchas relaciones con otros paseantes, puede aplicarse el dicho de tener parientes, amigos y saludados.

Circulaba un comentario que venía a decir que… Iba un matrimonio paseando y la señora viendo a una mujer que ella pensaba que era la “querida” de un conocido, le comento a su marido… La nuestra es más guapa.

“La manzana de la discordia”, consta de cinco edificios, tres de ellos de arquitectos modernistas, la Casa Amatller, de Josep Puig i Cadafalch, la Casa Lleó Morera de Lluís Domenech i Montaner y la Casa Batlló de Antoni Gaudí, también están la Casa Mulleras de Enric Saguier, de estilo neoclásico y la Casa Bonet de Marcel.li Coquillat, remodelada y de estilo barroco. El que hace esquina con la calle Aragó no es de la época que estamos describiendo.

Todas ellas nos las encontramos subiendo por Paseo de Gracia a mano izquierda en los números impares, en el 35 está la Casa Lleó Morera, se edificó en 1902 para la hija de unos indianos, Francesca, la heredera de la familia y fue la única casa de toda de la manzana que el Ayuntamiento de Barcelona premió por su belleza. Durante la construcción, que duró nueve años, Francesca falleció y la heredó su hijo Albert Lleó y Morera, dando el nombre a la casa.

En el 37 nos encontramos la Casa Mulleras, diseñada por Enric Saquier, el mismo arquitecto que construyó el edificio de la Caixa de Via Laietana, la Aduana del puerto de Barcelona, el edificio del Tribunal Superior de Justicia, el Templo Expiatorio del Tibidabo, entre otros muchos.

En el número 39, la Casa Bonet, o de Josefina Bonet, conocida inicialmente como casa Torruella. Fue construida en 1887 y remodelada en 1915 por el arquitecto Marceli Coquillat i Llofriu. En su interior se encuentra un impresionante lugar, el Museo del Perfume, con infinidad de frascos antiguos, ungüentos y perfumes, donde rendir homenaje al sentido del olfato.

En la rebotica quedaban perfumes que la gente ya no quería y por no tirarlos se coleccionó para hacer la exposición, con el tiempo fue evolucionando el diseño de la perfumería y con los años se ha reunido una exclusiva colección de piezas que se remonta a la época de los egipcios, entre muchos otros hay una pieza que perteneció a María Antonieta. Abrió sus puertas como museo en los años 60.

La Casa Atmatller se encuentra en el número 41, proyectada por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch, fue un encargo del industrial del chocolate Antoni Amatller, de ahí su nombre. El estilo del edificio es una mezcla de gótico catalán y flamenco donde puede apreciarse en la fachada su forma escalonada en la parte superior. 

El señor Amatller era dueño de una fábrica de chocolate en Sant Martí de Provençals, muy aficionado a la fotografía, en aquel momento un arte muy selecto, fue un gran viajero y coleccionista de vidrio arqueológico.

La Casa Batlló, ocupa el número 43. En 1903 la adquirió Josep Batlló i Casanovas, un industrial textil, casado con Amalia Godó, hija de Bartolomé Godó, que junto con su hermano Carlos fundaron el periódico La Vanguardia.

Antoni Gaudí, que ya tenía un gran renombre, con admiradores y detractores, trabajaba en proyectos como La Sagrada Familia, la Torre de Bellesguard o el Parque Gúell.

Aquí el arquitecto se centró sobre todo en la fachada, donde hace una alegoría al patrón de Catalunya Sant Jordi en su batalla con el dragón.

Puede distinguirse en los balcones unos esqueletos de piedra donde aparecen huesos y calaveras que representan a los muertos por el dragón, el tejado con forma de escamas sería el lomo con la piel del dragón, así como las tejas de cerámica de colores, atravesado por la cruz de cuatro brazos, típica de Gaudí, que representa la espada con la que Sant Jordí mata al reptil.

En el último piso está el balcón de la princesa con forma de flor y en el vestíbulo se ubica una escalera cuyos remates recuerdan las vértebras del animal que podría ser el espinazo y la cola.

En el patio interior hay una gran claraboya que recuerda el fondo marino y es donde se produce la ventilación, mientras que el comedor y las habitaciones dan a la fachada.

En el último piso se encuentra el desván donde hay una sala con arcos catenarios que evoca la caja torácica de gran tamaño del animal. 

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  En mi niñez, me llamaba poderosamente la atención el color rojo de la mercromina ya que me recordaba a la sangre. Pensando en ello me he p...