En la parada de metro “Poblé Sec”, en la calle Rocafort número 1, esquina con el Paralelo a pocos metros de donde vivían mis abuelos hay un reloj en el suelo que se instaló para la exposición del 29, está dedicado al dios Hermes.
Hay otro muy parecido en la
Vía Layetana en el número 69 muy cerca de la Plaza Urquinaona.
El reloj se instaló para dar a conocer a Hermes como personaje que daba la bienvenida a todos los visitantes por ser el dios de la prudencia y la habilidad y estaba presente en todas las relaciones de intercambio social. Se dice que Hermes inventó varios tipos de carreras y deportes, por ejemplo, la lucha y por eso fue nombrado patrón de los atletas.
Se caracteriza por sus sandalias aladas, que en algunos casos es el casco donde las lleva. En el mencionado reloj está dibujado de forma esquemática y solo su cabeza, pero es inconfundible.
Hermes era hijo de
Zeus y de la ninfa Maya y se le atribuyen múltiples funciones, era el mensajero
de su padre, el que guiaba a las almas al mundo de los muertos, el protector de los
viajeros los mercaderes y los ladrones.
Se le menciona en
los antiguos poemas griegos de Homero y lo invoca como de pensamientos astutos,
pensamientos de ladrón, espía y guardián de las puertas.
La palabra hermético
proviene de Hermes en relación a lo impenetrable es decir aquello que no deja
pasar el aire, a estar sellado o cerrado, pues mantenía todos los secretos
escondidos de Barcelona.
Hermes está muy
presente en toda la ciudad Condal. En el banco de España que está en la calle
del Portal del Ángel hay unas 40 imágenes del dios griego.
La mitología está
llena de historias que nos ilustra sobre increíbles protagonistas. En España se
dice que Hércules fundó ciudades como Tarragona, Cádiz a Coruña y Sevilla, pues
bien, Hermes fundó Barcelona.
Atenea había fundado antes Atenas y mucho antes de Rómulo y Remo, el héroe troyano Eneas estableció los cimientos de lo que sería posteriormente Roma.
Según la mitología,
Hermes llegó a Barcelona con Heracles capitaneando sus naves, uno de sus barcos
desapareció buscando el Vellocino de oro, era la novena barca extraviada en la
que viajaban sus hombres, después de mucho buscarla, apareció frente a la
montaña de Montjuïch y aquel lugar le gustó tanto Hermes y a Heracles que
decidieron fundar allí mismo una ciudad a la que llamaron Barca nona, que por derivación
acabó siendo Barcelona. En otros medios se le atribuye también a Hércules, pero
no haremos afirmaciones no contrastadas.
Barcelona está bajo
el influjo protector de Hermes y fue el símbolo favorito de la burguesía
catalana desde que comenzaron a prosperar las primeras fortunas, por otro lado,
es bastante común encontrarlo en cementerios donde esos burgueses y el resto
del mundo reposan hasta la eternidad ya que Hermes también representa el
acompañante de las almas al inframundo. Si alguien se anima a buscarlo por la Ciudad
Condal podrá reconocerlo por sus símbolos además de las sandalias o el casco
alado son el gallo y la tortuga, también puede ser reconocido por un bolso en
su costado, sus grandes sandalias, su sombrero de ala ancha y su caduceo, que
se representa por un bastón que en su parte superior tiene dos alas desplegadas
y en la parte inferior dos serpientes entrelazadas, el caduceo ya se hace referencia
en los poemas homéricos donde describe que se utilizaba para cerrar los ojos de
los mortales en el momento del fallecimiento.
Otros que también tenían
alas, eran los aviones que al inicio de la Guerra Civil sobrevolaron las
azoteas del “Poble Sec”
En un piso de la
calle Magallanes vivían mis abuelos con mi padre, era un edificio de cuatro
plantas, ellos eran los inquilinos de piso más alto. En cierta ocasión durante
la guerra civil aeronaves de la aviación republicana de origen ruso y aeroplanos
del bando nacional, que puede que fueran de la Legión Condor, enviados por el
Tercer Reich realizaron unos reconocimientos haciendo cabriolas de inspección y
exhibición sobre el lugar.
Los aviones de la aviación republicana, denominada “La Gloriosa”, eran del modelo Polikárpov I-15
que la gente apodaba “Chatos” por tener el morro muy ancho, redondeado y plano.
Los del bando llamado Nacional, eran de la aviación alemana, la Luftwaffe, fueron los que más tarde, bombardearon Gernika, pero durante la exhibición no dispararon ni un solo tiro, solo reconocimiento y piruetas. Oyendo el ruido que emitían los aparatos no dudaron todos los vecinos de la zona subir a los terrados de las viviendas a ver el magnífico espectáculo, nunca visto que se desarrollaba en el cielo.
Para todos fue un
magnífico entretenimiento.
El barrio del "Poble Sec" está muy bien delimitado por ser como un pequeño pueblo dentro de Barcelona
tiene como referencia la falda de la montaña de Montjuic por un lado y por otro
el Paralelo y el recinto de la Exposición y el puerto a las otras bandas.
Durante la
industrialización del siglo XIX se utilizó tanta agua de las fuentes de los
alrededores que dejó al barrio prácticamente seco, por lo que entre la gente comenzó
a referirse al lugar como Poble Sec.
La plaza del Surtidor tenía una de las pocas fuentes que quedaron con varios caños de agua y este surtidor le daba el nombre a la plaza. En el año 1935 la fuente era muy similar a la fuente de Canaletas, cuatro grifos, cuatro farolas y cuatro picas o fregaderos, todo ello de hierro colado pintado de negro con adornos florales dorados y el escudo de Barcelona sobre los grifos, igual que en Canaletas, era de estilo modernista diseñado por Pere Flaqués, el mismo que diseño las farolas con banco calefactado de “trencadís” del Paseo de Gracia, que tanta controversia generó entre la población de la época.
Allí también vivieron
mi padre y mis abuelos. Durante un tiempo estuvieron en la Plaza del Surtidor, coincidiendo
con la hermana de mi abuela y su familia que vivían a pocos metros.
Otra circunstancia
que ocurrió fue cuando la guerra ya estaba perdida por el bando republicano,
mis abuelos y mi padre se fueron a Benillova, pueblo natal de mi abuelo Evaristo, donde
podían refugiarse y no tener problemas, dejando el piso donde vivían a unos
familiares lejanos con la promesa de la devolución de la vivienda a su regreso.
Una vez acabada la
guerra, al poco tiempo, volvieron a su casa para instalarse de nuevo en su
piso, pero los nuevos inquilinos les dijeron que ellos no se irían y que si insistían
los denunciarían por sus antecedentes, así que los tres se vieron sin la posibilidad
de volver a su hogar.
Cosas de la
guerra, apuntó alguien.
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