miércoles, 21 de septiembre de 2022

BOMBAS EN LA CIUDAD CONDAL

 

BOMBAS EN LA CIUDAD CONDAL

 

“Algo tendrá el agua cuando la bendicen”, expresión que significa que alguna virtud tendrá, aunque yo no la conozca. Pues eso debía pensar mi abuelo cuando añadía el líquido elemento a la horchata de su puesto ambulante, conocido en casa como Elcarretó”. Era como una parada de las que vemos en algunas películas americanas de venta de perritos calientes, pero en vez de salchichas se vendía helados, también llamados en aquella época mantecados, había de nata, de vainilla y de chocolate aparte de la horchata a la que se añadía agua para aligerar el fuerte sabor a chufa.

El agua también la utilizo mi abuelo en otras circunstancias, aparte de para beber, lavar etc.

Después de la guerra, trabajaba en una lechería del barrio del Raval en la calle Valldoncelles, donde se ocupaba de la elaboración de productos como la mantequilla, la nata y otros productos lácteos como el yogurt o el queso fresco que luego se vendía en la misma tienda o a pastelerías cercanas.

En aquel mismo lugar había vacas, unas 4 o 5 en el establo, iban comiendo y produciendo la leche, eran de la raza Holstein de origen holandés de color blanco y negro, o negro y blanco, según se mire…, esa raza era muy dócil, de unos 600 kilos con grandes ubres productoras de una leche de gran calidad.

La lechería constaba, en su parte delantera del establo a un lado y al otro la tienda y en medio la entrada de la escalera que daba acceso a los vecinos de la finca.  En el interior estaba, lo que podríamos llamar el obrador, donde se manufacturaban cuidadosamente los productos lácteos y que yo recuerde, siempre estaba muy limpio para evitar posibles contagios o enfermedades.

Por el hecho de trabajar allí, tenía derecho a una lechera (aproximadamente de un litro) de leche al día y también una porción de nata. Eran tiempos difíciles y en casa había necesidad, así que, en vez de llenar la lechera de leche, lo que hacía era llenarla de nata sin montar o crema de leche y al llegar a casa le incluía el agua necesaria para que volviera a su estado natural, con lo que obtenía el doble del preciado alimento, a mí particularmente me saturó y durante mucho tiempo estuve sin comer nata.

La leche que no consumía la familia, la cambiaba por otros productos como un “llunget” que era un panecillo oblongo con una única greña transversal.

Ahora ya se puede explicar porque creo que ya ha prescrito.

Volviendo al “carretó”, este fue bombardeado durante la guerra civil.

Por la mañana como cada día, mi abuelo, cogía el puesto ambulante y lo situaba en el Paralelo, en la esquina con la calle Parlament, esa era la forma de ganarse la vida. Sonaron las sirenas de aviso de ataque aéreo inminente y mi abuelo lo dejó todo para acudir al refugio cercano donde estuvo hasta el aviso para salir después del bombardeo y destaca el que me lo contó, que nunca le robaron nada del puesto. La gente que corría no estaba para comer helados o beber horchata.

Al volver al “carretó” se lo encontró destrozado a causa del impacto de un proyectil y ahí se acabó la historia del carro.

El puesto pertenecía a una empresa ubicada en el Poble Sec donde trabajaban 2 o 3 empleados que a causa de las bombas se quedaron sin trabajo, así que, todos para casa y sin nada en los bolsillos y aún tuvieron suerte de seguir vivos...

En aquel tiempo eran tantos los bombardeos aéreos que realizaban los aviones italianos y alemanes, que en cierta ocasión mi abuelo decidió no ir más al refugio, alegó que tenían que correr tanto, que hasta llegar a él se podían quedar por el camino como le pasaba a mucha gente. Para morir en el trayecto, mejor morir en casa dijo y no fueron más.

El primer bombardeo de Barcelona durante la Guerra civil, llegó por mar el 13 de febrero de 1937, fue desde el crucero italiano Eugenio di Savoia.

Sin un objetivo militar que lo justificase, Barcelona se convirtió en uno de los puntos más emblemáticos junto con Gernica en el País Vasco.

Antes, en noviembre de 1936, durante la Gerra Civil, nació una nueva forma de terror, el bombardeo sobre objetivos civiles sobre Madrid por parte de las tropas Franquistas.

Wiston Churchill, primer ministro del Reino Unido, el 18 de junio de 1940, elogió ante la Cámara de Comunes del Parlamento Británico, la heroica resistencia de los Barceloneses para resistir a los bombardeos de la Guerra Civil, cabe señalar que seguramente no tenían otro remedio.

Puso como ejemplo a Barcelona por lo que temía que se les venía encima a los ingleses por parte de Alemania.

Los bombardeos más terribles no estaban dirigidos a objetivos militares, sino para atemorizar a la población, llegaron desde el aire por pilotos italianos y alemanes.

Los peores días fueron el 16, 17 y 18 de marzo de 1938, se lanzaron 44 toneladas de bombas, causando la muerte a 875 personas de ellos 118 eran niños.

En el mes de octubre de 1937 se bombardeó en el barrio de la Barceloneta, el 7 de enero de 1938 la “Escola del Mar”, el 30 de enero del mismo año la Iglesia de Sant Felip Neri y la Catedral el 19 de julio de 1938. Se destruyeron más de 1800 edificios en 24 meses, con un total de 1.100 edificios y nunca se produjeron en los barrios altos de la ciudad, los barrios cercanos al mar, como Poble Sec o el Raval fueron los más castigados junto a Badalona, ciudad muy próxima en el litoral Barcelonés.

Gonzalo Queipo deLlano, líder destacado del “Levantamiento Nacional” o golpe de estado de 1936, según se mire, pronunció un plan de intenciones cuando proclamó. “Convertiremos Madrid en un vergel, Bilbao en una fábrica y Barcelona en un inmenso solar” -Fin de la cita-

Baldomero Espartero fue regente de España por la dimisión de María Cristina de Borbón, implicada en un escándalo de esclavos entre otras cosas y por la minoría de edad de su hija Isabel II.

El 13 de noviembre de 1842, se produjo una revuelta popular en Barcelona que derivó en revuelta urbana.

El motivo fue porque la población no podía salir extramuros sin permiso y con un clima de tensión permanente, un grupo de trabajadores que volvía a la ciudad, se negaron a pagar la tasa de entrada de alimentos, lo que se denominaba “Derechos de puertas”, según dijeron era por el vino que sobró después de la comida, otros dicen que eran contrabandistas, en cualquier caso, aquello hizo explotar la espita y las clases obreras se pusieron en pie de guerra, hasta el punto que se derribaron conventos y los frailes fueron expulsados, en aquel momento, los republicanos, contrarios a Isabel II se hicieron con el control.

El capitán general de Cataluña Antonio Van Halen, y su ejército, se refugiaron en el castillo de Montjuïc, motivo por el cual Espartero ordenó el bombardeo indiscriminado de Barcelona.

Unas 1.000 bombas mataron a unas 30 personas y luego hubo una represión extraordinaria, con 13 condenas a muerte, 80 condenas a prisión y una multa de 12 millones de reales y la disolución de todas las asociaciones de trabajadores.

 El general Espartero pronunció una frase memorable. “Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada cincuenta años”. -Fin de la cita-

El 5 de junio de 1697, Luis José de Borbón, duque de Vendôme, también bombardeó una Barcelona sitiada que salió muy mal parada, duró más de sesenta días, hasta el 5 de agosto y provocó la muerte de más de 4.000 personas, el conflicto se produjo en el contexto de la guerra de los nueve años, por la descendencia o falta de ella del último Hadsburgo, Carlos II, el hechizado.

En 1713 discípulos de Vendôme, con tropas Borbónicas al mando de Restaino Cantelmo-Stuart, Duque de Pópuli junto con James Fitz-James I, duque de Berwick sitiaron la ciudad para asfixiarla, tanto de alimentos como de material militar en nombre de Felipe V y de Luis XIV, volvieron a bombardear Barcelona esta vez fue lo que se denominó “La guerra de los catalanes”, donde las potencias que apoyaban la causa Austracista se retiraron del conflicto a cambio de compensaciones comerciales y territoriales. El conseller en Cap, de la Generalitat de Catalunya, Rafael Casanova, herido en combate  y otros líderes políticos radicalizados estuvieron determinados a resistir pero no lo consiguieron. En consecuencia, cuando tres diputados catalanes se presentaron ante Berwick el 11 de septiembre pidiendo capitular, el general inglés les respondió que habían perdido la oportunidad: Estaban ya en la ciudad, en posición de pasarles a todos a cuchillo, así que no escucharía más.  

Berwick aceptó la rendición al día siguiente y trató de evitar los saqueos, no así el baño de sangre que había provocado la defensa suicida de los barceloneses ya que más de 6.000 defensores murieron durante un asedio que duró cuatrocientos catorce días, hasta el 11 de setiembre de 1714 en ese tiempo se lanzaron miles de bombas, causando la muerte a otras 4.000 personas, un 10 por ciento de la población y la destrucción de todas las defensas de la ciudad y todos los edificios perimetrales.

No es raro encontrar en excavaciones de la Ciudad Condal todo tipo de vestigios de los explosivos lanzados desde el aire para atemorizar, herir o matar a una población indefensa.

Por mi parte debo decir a todos aquellos que disponen de bombas y no saben qué hacer con ellas, les ruego que se las guarden y no las vuelvan a tirar, ni por estas tierras ni por ninguna. En Barcelona ya se sufrió mucho, quedaron miles de muertos, heridos, huérfanos, viudas, etc.…  y no queremos verlas nunca más.

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