BOMBAS EN LA CIUDAD
CONDAL
“Algo tendrá el agua
cuando la bendicen”, expresión que significa que alguna virtud tendrá, aunque
yo no la conozca. Pues eso debía pensar mi abuelo cuando añadía el líquido
elemento a la horchata de su puesto ambulante, conocido en casa como “Elcarretó”. Era como una parada de las que vemos en algunas películas americanas
de venta de perritos calientes, pero en vez de salchichas se vendía helados,
también llamados en aquella época mantecados, había de nata, de vainilla y de
chocolate aparte de la horchata a la que se añadía agua para aligerar el fuerte
sabor a chufa.
El agua también la
utilizo mi abuelo en otras circunstancias, aparte de para beber, lavar etc.
Después de la guerra,
trabajaba en una lechería del barrio del Raval en la calle Valldoncelles, donde
se ocupaba de la elaboración de productos como la mantequilla, la nata y otros
productos lácteos como el yogurt o el queso fresco que luego se vendía en la
misma tienda o a pastelerías cercanas.
En aquel mismo lugar
había vacas, unas 4 o 5 en el establo, iban comiendo y produciendo la leche,
eran de la raza Holstein de origen holandés de color blanco y negro, o negro y
blanco, según se mire…, esa raza era muy dócil, de unos 600 kilos con grandes
ubres productoras de una leche de gran calidad.
La lechería constaba,
en su parte delantera del establo a un lado y al otro la tienda y en medio la
entrada de la escalera que daba acceso a los vecinos de la finca. En el interior estaba, lo que podríamos
llamar el obrador, donde se manufacturaban cuidadosamente los productos lácteos
y que yo recuerde, siempre estaba muy limpio para evitar posibles contagios o
enfermedades.
Por el hecho de
trabajar allí, tenía derecho a una lechera (aproximadamente de un litro) de
leche al día y también una porción de nata. Eran tiempos difíciles y en casa
había necesidad, así que, en vez de llenar la lechera de leche, lo que hacía
era llenarla de nata sin montar o crema de leche y al llegar a casa le incluía
el agua necesaria para que volviera a su estado natural, con lo que obtenía el
doble del preciado alimento, a mí particularmente me saturó y durante mucho
tiempo estuve sin comer nata.
La leche que no
consumía la familia, la cambiaba por otros productos como un “llunget” que era
un panecillo oblongo con una única greña transversal.
Ahora ya se puede
explicar porque creo que ya ha prescrito.
Volviendo al
“carretó”, este fue bombardeado durante la guerra civil.
Por la mañana como
cada día, mi abuelo, cogía el puesto ambulante y lo situaba en el Paralelo, en
la esquina con la calle Parlament, esa era la forma de ganarse la vida. Sonaron
las sirenas de aviso de ataque aéreo inminente y mi abuelo lo dejó todo para acudir
al refugio cercano donde estuvo hasta el aviso para salir después del bombardeo
y destaca el que me lo contó, que nunca le robaron nada del puesto. La gente
que corría no estaba para comer helados o beber horchata.
Al volver al
“carretó” se lo encontró destrozado a causa del impacto de un proyectil y ahí
se acabó la historia del carro.
El puesto pertenecía
a una empresa ubicada en el Poble Sec donde trabajaban 2 o 3 empleados que a
causa de las bombas se quedaron sin trabajo, así que, todos para casa y sin
nada en los bolsillos y aún tuvieron suerte de seguir vivos...
En aquel tiempo eran
tantos los bombardeos aéreos que realizaban los aviones italianos y alemanes,
que en cierta ocasión mi abuelo decidió no ir más al refugio, alegó que tenían
que correr tanto, que hasta llegar a él se podían quedar por el camino como le
pasaba a mucha gente. Para morir en el trayecto, mejor morir en casa dijo y no
fueron más.
El primer bombardeo
de Barcelona durante la Guerra civil, llegó por mar el 13 de febrero de 1937,
fue desde el crucero italiano Eugenio di Savoia.
Sin un objetivo
militar que lo justificase, Barcelona se convirtió en uno de los puntos más
emblemáticos junto con Gernica en el País Vasco.
Antes, en noviembre
de 1936, durante la Gerra Civil, nació una nueva forma de terror, el bombardeo
sobre objetivos civiles sobre Madrid por parte de las tropas Franquistas.
Wiston Churchill,
primer ministro del Reino Unido, el 18 de junio de 1940, elogió ante la Cámara
de Comunes del Parlamento Británico, la heroica resistencia de los Barceloneses
para resistir a los bombardeos de la Guerra Civil, cabe señalar que seguramente
no tenían otro remedio.
Puso como ejemplo a
Barcelona por lo que temía que se les venía encima a los ingleses por parte de
Alemania.
Los bombardeos más
terribles no estaban dirigidos a objetivos militares, sino para atemorizar a la
población, llegaron desde el aire por pilotos italianos y alemanes.
Los peores días
fueron el 16, 17 y 18 de marzo de 1938, se lanzaron 44 toneladas de bombas,
causando la muerte a 875 personas de ellos 118 eran niños.
En el mes de octubre
de 1937 se bombardeó en el barrio de la Barceloneta, el 7 de enero de 1938 la “Escola del Mar”, el 30 de enero del mismo año la Iglesia de Sant Felip Neri y la
Catedral el 19 de julio de 1938. Se destruyeron más de 1800 edificios en 24
meses, con un total de 1.100 edificios y nunca se produjeron en los barrios
altos de la ciudad, los barrios cercanos al mar, como Poble Sec o el Raval
fueron los más castigados junto a Badalona, ciudad muy próxima en el litoral
Barcelonés.
Gonzalo Queipo deLlano, líder destacado del “Levantamiento Nacional” o golpe de estado de 1936,
según se mire, pronunció un plan de intenciones cuando proclamó. “Convertiremos
Madrid en un vergel, Bilbao en una fábrica y Barcelona en un inmenso solar”
-Fin de la cita-
Baldomero Espartero
fue regente de España por la dimisión de María Cristina de Borbón, implicada en
un escándalo de esclavos entre otras cosas y por la minoría de edad de su hija
Isabel II.
El 13 de noviembre de
1842, se produjo una revuelta popular en Barcelona que derivó en revuelta
urbana.
El motivo fue porque
la población no podía salir extramuros sin permiso y con un clima de tensión
permanente, un grupo de trabajadores que volvía a la ciudad, se negaron a pagar
la tasa de entrada de alimentos, lo que se denominaba “Derechos de puertas”,
según dijeron era por el vino que sobró después de la comida, otros dicen que
eran contrabandistas, en cualquier caso, aquello hizo explotar la espita y las
clases obreras se pusieron en pie de guerra, hasta el punto que se derribaron
conventos y los frailes fueron expulsados, en aquel momento, los republicanos,
contrarios a Isabel II se hicieron con el control.
El capitán general de
Cataluña Antonio Van Halen, y su ejército, se refugiaron en el castillo de
Montjuïc, motivo por el cual Espartero ordenó el bombardeo indiscriminado de
Barcelona.
Unas 1.000 bombas
mataron a unas 30 personas y luego hubo una represión extraordinaria, con 13
condenas a muerte, 80 condenas a prisión y una multa de 12 millones de reales y
la disolución de todas las asociaciones de trabajadores.
El general Espartero pronunció una frase
memorable. “Por el bien de España, hay que bombardear Barcelona una vez cada
cincuenta años”. -Fin de la cita-
El 5 de junio de
1697, Luis José de Borbón, duque de Vendôme, también bombardeó una Barcelona
sitiada que salió muy mal parada, duró más de sesenta días, hasta el 5 de
agosto y provocó la muerte de más de 4.000 personas, el conflicto se produjo en
el contexto de la guerra de los nueve años, por la descendencia o falta de ella
del último Hadsburgo, Carlos II, el hechizado.
En 1713 discípulos de
Vendôme, con tropas Borbónicas al mando de Restaino Cantelmo-Stuart, Duque de Pópuli
junto con James Fitz-James I, duque de Berwick sitiaron la ciudad para
asfixiarla, tanto de alimentos como de material militar en nombre de Felipe V y
de Luis XIV, volvieron a bombardear Barcelona esta vez fue lo que se denominó
“La guerra de los catalanes”, donde las potencias que apoyaban la causa Austracista
se retiraron del conflicto a cambio de compensaciones comerciales y
territoriales. El conseller en Cap, de la Generalitat de Catalunya, Rafael Casanova, herido en
combate y
otros líderes políticos radicalizados estuvieron determinados a resistir pero
no lo consiguieron. En consecuencia, cuando tres diputados catalanes se
presentaron ante Berwick el 11 de septiembre pidiendo capitular, el general
inglés les respondió que habían perdido la oportunidad: Estaban ya en la
ciudad, en posición de pasarles a todos a cuchillo, así que no escucharía más.
Berwick aceptó la
rendición al día siguiente y trató de evitar los saqueos, no así el baño de
sangre que había provocado la defensa suicida de los barceloneses ya que más
de 6.000 defensores murieron durante un asedio que duró cuatrocientos catorce
días, hasta el 11 de setiembre de 1714 en ese tiempo se lanzaron miles de
bombas, causando la muerte a otras 4.000 personas, un 10 por ciento de la
población y la destrucción de todas las defensas de la ciudad y todos los
edificios perimetrales.
No es raro encontrar
en excavaciones de la Ciudad Condal todo tipo de vestigios de los explosivos
lanzados desde el aire para atemorizar, herir o matar a una población
indefensa.
Por mi parte debo
decir a todos aquellos que disponen de bombas y no saben qué hacer con ellas, les
ruego que se las guarden y no las vuelvan a tirar, ni por estas tierras ni por
ninguna. En Barcelona ya se sufrió mucho, quedaron miles de muertos, heridos,
huérfanos, viudas, etc.… y no queremos
verlas nunca más.
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