El
modernismo fue un movimiento arquitectónico que comenzó en el siglo XIX con una
fuerte oposición a lo que le precedía ya que rompía muchos esquemas que los
arquitectos contemporáneos no aceptaban.
El
modernismo o Art Nouveau trata de alejarse del pasado, así como de la
arquitectura clásica, que se volvió aburrida y repetitiva. Se centraba en la
innovación y la creatividad, rompiendo las reglas y creando nuevas estructuras
e ideas.
Las
características de un edificio modernista son: predominan en la construcción
las líneas curvas a las rectas, no solo en los edificios, sino también en otras
artes plásticas, el uso de materiales como el hierro forjado, el ladrillo, las
baldosas, el vidrio policromado o el “trencadis” (un mosaico a partir de
fragmentos cerámicos), suele tener motivos florales o vegetales, puede tener un
tipo de bóveda denominada “volta catalana”, que consiste en cubrir la estancia
abovedada mediante ladrillos colocados por la parte plana. Este tipo de
colocación de los ladrillos ya fue utilizado por los romanos, en las termas de
Caracalla en Roma y en otras construcciones.
El rey
“Martí l’Humà” en 1401 ideó y creó, al juntar seis hospitales menores, el
“Hospital de la Santa Creu” regentado por de 2 miembros del “Consell de Cent” y
dos canónigos de la Catedral de Barcelona.
Este
hospital estuvo durante cinco siglos en el barrio barcelonés del Raval dándole
nombre a la calle donde se ubicaba, “Carrer de l'Hospital” hoy es sede de la
Biblioteca Nacional de Cataluña, del Instituto de Estudios Catalanes, la Real
Academia de Farmacia, la antigua Escuela Massana de Bellas Artes y una Biblioteca
Municipal.
A principios
del siglo XX, el banquero catalán afincado en París, Pau Gil i Serra tenía un
proyecto para hacer un hospital para los pobres que no podían permitirse ir al
médico, buscó la forma para tirar el proyecto hacia adelante, donando la mitad
de su fortuna (unos tres millones de pesetas) y comprando unos solares en el
Eixample barcelonés.
Para
ejecutar el proyecto se eligió al arquitecto y político catalán Lluis Domenech i Montaner, nacido en Barcelona el 30 de diciembre de 1849, en el número 40 de
la calle Ferran. Era el cuarto de siete hermanos, pasó su infancia en Barcelona.
Cursó sus estudios de arquitectura en Madrid. Fue académico de la Real Academia
de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona, diputado a Cortes por Barcelona con
la Lliga Regionalista, académico de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando de Madrid y ocupó la cátedra del Colegio de Arquitectura de Barcelona,
entre otras muchas responsabilidades.
Entre las
obras más importantes y bellas de Domenech i Montaner destacan aparte del
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, el Palau de la Música Catalana. Las dos
son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1997.
El 15 de
enero de 1902 se puso la primera piedra para desarrollar el ambicioso y nuevo
proyecto del “Hospital de la Santa Creu i Sant Pau”, en 1905 se allanaron los
terrenos y se empezaron a construir los primeros edificios. Tardaron 18 años en
acabar todos los pabellones que componen el conjunto, estaba previsto construir
más, pero el dinero no daba para tanto.
Lluis
Domenech i Montaner falleció en 1923 sin ver concluido el proyecto y fue su
hijo Pere Domenech i Roura quien terminó el Hospital.
En 1930 fue
inaugurado oficialmente por el Rey Alfonso XIII, aunque antes ya se atendían a
los enfermos que acudían. Desde entonces pasó a llamarse “Hospital de la Santa
Creu y Sant Pau”, nombre del benefactor y mecenas Pau Gil i Serra.
Dicen que el
rey en su discurso inaugural dijo “Sois bien paradojales los Barceloneses, a
los enfermos les levantáis palacios y a vuestro rey una cuadra”.
Por aquel
entonces, en las cocinas se preparaban más de 1500 comidas cada día, para dar
de comer a los pacientes, con este dato nos podemos hacer una idea de la
magnitud del problema sanitario que solventó para unas necesidades que tenía
una ciudad en expansión.
En la
construcción del recinto hospitalario participaron numerosos artesanos y
artistas: en las esculturas Pablo Gargallo y Eusebi Arnau, en pinturas y
mosaicos Francesc Labarta y en los hierros forjados Josep Perpinyà.
Es el
recinto modernista más grande del mundo y atendía en los primeros años a las
personas sin recursos, ya que en aquellos tiempos las familias adineradas
llamaban al médico y este acudía a sus casas, no estaba bien visto que a un
enfermo rico lo llevasen a ningún sitio.
El “Hospitalde la Santa Creu y Sant Pau”, es un complejo arquitectónico puntero en el
ámbito sanitario, ocupa nueve manzanas en el trazado del “Eixample” barcelonés,
muy próximo a la Basílica de la Sagrada Familia, la avenida Gaudí une las dos
obras modernistas.
Cuando mi
madre tenía seis años, sufrió una enfermedad durante una larga temporada, que
hizo que estuviera en el Hospital de Sant Pau (llamado así popularmente), lo
recuerda como un lugar donde la acogieron muy bien, estaba cuidada y atendida
por un personal sanitario que se preocupaba y velaba por ella. Estaba en una
gran sala con muchas camas cercanas a los ventanales y con más niños de su
edad, solo le faltaba su familia a la que echaba mucho de menos, ya que nunca
se había separado de ella.
Un día el
médico que pasaba muchas veces a ver a los niños y hacer seguimiento de su
salud, le comentó mirando a través de una de las ventanas orientada al sur, que
no podía dejarla ir con su familia porque los aviones italianos y alemanes, que
se veían a lo lejos, tiraban bombas donde ella vivía y podían matarla, a lo que
ella se conformó y siguió jugando con otras niñas.
Recuerda que
cuando los aviones se acercaban, sonaban unas sirenas y todos los niños, monjas
y enfermeras con sus batas blancas y sus cofias, corrían hacia los sótanos del
edificio y aunque el recorrido le parecía extraño, le gustaba mucho, era muy bonito
estaba lleno de ornamentación y motivos florales en techos, puertas y paredes.
Era como estar en medio de la naturaleza, para llegar a unos pasillos
subterráneos menos decorados, pero allí estaban a salvo. Esos pasillos unían
los distintos pabellones, por donde se podía trasladar a los pacientes con
camilla, llegando a tener más de un kilómetro de construcción subterránea
comunicando los diversos pabellones por el subsuelo.
Los azulejos
que están presentes por todas partes, no solo eran para decoración, también
eran idóneos por su fácil limpieza y desinfección. Todos los pabellones tenían
grandes ventanales ya que en aquel momento se pensaba que la luz del sol era
muy beneficiosa para los enfermos y el airear las salas con viento del sur, que
venía del mar, mejoraba sustancialmente las condiciones higiénicas.
Todos los
pabellones, menos el de Operaciones, donde se evitó que entrara la luz del sol,
para no molestar a los cirujanos en sus intervenciones.
Es curioso
que, el hospital estaba ideado separando a los pacientes entre hombres y
mujeres. En la parte derecha, entrando por la puerta principal de la calle Sant
Antoni Maria Claret se encuentran los pabellones de los hombres que tienen
nombres de Santos, y en la parte izquierda los de las mujeres con nombres de
Santas o Vírgenes. Podríamos nombrar el Pabellón de Nostra Senyora de la
Mercè, el Pabellón de Santa Apolonia, el de Sant Jordi, el de Sant Salvador o el Pabellón de Sant Leopold, etc…
Fue en el
“Hospital de la Santa Creu i Sant Pau”, donde se puso en marcha el primer
Servicio de Urgencias de todo el Estado y donde se realizó el primer trasplante
de corazón en España en 1984.
La Facultad
de medicina de la Universidad Autónoma se trasladó a las nuevas instalaciones
en 1971. En el año 2009 se inauguró en la misma manzana, un edificio más
moderno. Las obras modernistas quedan para el recuerdo de un Hospital que
funcionó durante 80 años rodeado de belleza.
Otra de las obras
de gran importáncia de Domenech i Montaner es “El Palau de la Música Catalana”
una sala de conciertos construida entre 1905 y 1908, coincidiendo en el tiempo
su construcción con el “Hospital de la santa Creu i Sant Pau”, fue un encargo
del grupo coral del Orfeó Català.
El edificio
está ubicado en el solar del antiguo convento de Sant Francesc de Paula, donde
Lluís Domenech i Montaner tuvo que ingeniárselas para encajar en unos terrenos
tan pequeños una sala de audiciones que la caja del escenario y las butacas
tuvieran una amplitud suficiente y unas condiciones acústicas adecuadas para
los conciertos, que solucionó de una forma excelente y a la vez albergó las
oficinas y los archivos del Orfeó.
La fachada
sorprendió y sigue sorprendiendo a los visitantes, hecha de obra vista y policromía.
Está presidida, en una esquina, por un conjunto escultórico de Miquel Blay,
escultor Olotense, con una enorme especie de proa que representa a la música
popular, con dos muchachos y dos ancianos abrazando a una ninfa, mientras Sant
Jordi los protege con la bandera catalana ondeando al viento.
Resalta por
su belleza la claraboya que ilumina la sala. Una estructura muy liviana de
acero y cristal policromado, creando una especie de lámpara, que filtra la luz
exterior en las vidrieras o “vitralls” que recuerda la luz que entra en las
catedrales.
El escenario
se completa con un órgano al estilo alemán y dos grandes esculturas de piedra
pómez, una a cada lado del escenario, a la izquierda un busto de Josep Anselm
Clavé y a la derecha Beethoven, el primero como alegoría a las flores de mayo,
que representan la música popular y el segundo personificando la música
universal.
Por encima
del busto de Beethoven cabalgan las Valquirias, simbolizando la relación de la
nueva música con la cultura musical catalana.
En la
inauguración, en 1908, se interpretaron piezas de Anselm Clavé y de Händel.
Lluis
Domenech i Montaner, con Josep Puig i Cadafalch i Antoni Gaudí, fueron los
principales autores de Modernismo en cuanto a arquitectura se refiere y que
iremos viendo en nuevos relatos.
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