EL METRO DE
BARCELONA
Para mí, el
metro representó la conexión con el mundo desde temprana edad, primero, a
través de mis padres quiénes me llevaban a la estación de Santa Eulalia, luego
en mi adolescencia ya que frecuentaba la estación de San Ramón en la recién
inaugurada línea 5. Recuerdo que, para llegar al andén de Santa Eulalia,
debíamos cruzar un imponente puente metálico gris, pasar por la taquilla - en
aquel entonces no era muy costoso el billete - y aguardar en el andén la
llegada del metro hacia la gran urbe. En mi familia era una tradición recorrer
desde la estación de Santa Eulalia hasta la parada de Rocafort o Urgell para
visitar a mis abuelos paternos.
Resulta
increíble como perduran en mi memoria, detalles como el enorme cartel que
promocionaba la leche Letona; curiosamente la botella estaba representada
tumbada debido al diseño horizontal del cartel y no como estaba previsto en
forma vertical, lo que hacía que el líquido se viera de forma extraña ya que en
la botella se veía el aire, no en la parte superior, sino en la parte del
cuello.
Otra curiosidad
eran los carteles que indicaban “Prohibido escupir” y la palabra “Soez”; en
aquel entonces, no sabía que esa palabra se refería a expresiones vulgares. Todo
era nuevo para mí, incluyendo los anuncios que incitaban a comprar gabardinas
en El Corte Inglés, aunque eso quedaba en el aire ya que preferíamos comprarlas
donde nos pareciera mejor. La publicidad de tabaco y licores en los trenes,
también era notable, se permitía fumar y el humo de los puros resultaba
realmente incómodo para todos, pero sobre todo para un niño como yo.
En ese tiempo,
la estación de Santa Eulalia marcaba al final de la línea 1, había sido
ampliada la línea desde la Bordeta. Santa Eulalia, en realidad debería haberse
llamado Santa Eulalia de Provençana; al ser el inicio de la línea era fácil
encontrar asientos libres, pero a la vuelta a casa, debíamos estar pendientes
del horario ya que cerraba mucho antes que en la actualidad.
Un grupo de
inversores, con un capital de 15 millones de pesetas, encabezados por Horacio
Echevarria y Lluis Marsans Peix, el 17 de diciembre de 1920, registraron la
empresa “Ferrocarril Metropolitano de Barcelona” o Gran Metropolitano de
Barcelona” (GMB) conocida como Transversal.
La Bordeta
había sido el final de la línea Transversal, la primera construida en Barcelona.
Un proyecto que tardó más de 15 años en ponerse en marcha. Las paradas en 1925,
del Metro transversal fueron: Bordeta, Sans, Hostafranchs, Plaza España,
Rocafort, Urgel, Universidad, Plaza España, Urquinaona, Arco triunfo y Estación
Norte.
La otra línea de metro de la época fue, “La Norte” era la que unía la Plaza Lesseps con la del Liceo, pasando por las estaciones, Plaza Cataluña, Aragón, Avd. Alfonso XIII y Fontana y Lesseps.
Plano del metro año 1925
Fernando Reyes
Garrido, ingeniero granadino, quiso ordenar el desbarajuste de las líneas
ferroviarias que, a principios del siglo XX dificultaban el crecimiento de la
ciudad de Barcelona, presentó el proyecto de ferrocarril subterráneo que
conectaría todas las líneas de la ciudad. En el mismo proyecto incluía un ramal
perpendicular al mar que enlazaría con la línea de la compañía ferroviaria MZA
(Compañía de ferrocarriles de Madrid a Zaragoza) que realizaba el trayecto de Mataró
al Puerto de Barcelona.
La construcción
sufrió muchos percances, cuando se estaba construyendo la estación de Urgell,
cedió una de las estructuras y fallecieron once trabajadores y en la estación
anterior, Rocafort, se puso de moda el suicidio a finales de los años sesenta,
en un mes se suicidaron cuatro personas.
Durante la
guerra civil, la estación de Rocafort, se utilizó como refugio antiaéreo de los
bombardeos de aviones italianos y alemanes cuando sobrevolaban la Gran Vía de
la ciudad Condal, muriendo o quedando heridos a las puertas de acceso a la
estación, porque prácticamente no daba tiempo a llegar desde que sonaban las
alarmas situadas en la plaza de España.
La estación,
donde nos apeábamos para ir a casa de mis abuelos, se inauguró en 1926, con el
nombre de “Rocafor”, en 1982 con la reorganización de los números de líneas
cambió de nombre y adopto la forma actual, refiriéndose a Bernart de Rocafort,
caballero guerrero del siglo XIII, quien fue lugarteniente de Roger de Flor y
posteriormente su sucesor al frente de los Almogáraves.
Bernat o
Berenguer de Rocafort, nació en Morella en 1271, militar valenciano que sirvió
a las órdenes de Pedro III y tras la victoria de Montesa, luchó contra los
Moriscos valencianos y le fue concedido el título de “Alcalde de Morella”.
La estación de Rocafort, fue durante muchos
años un lugar siniestro y los jefes de estación intentaban evitar ser
destinados a un lugar tan tenebroso. Hay un relato que menciona que una médium
junto a un periodista esotérico hizo una investigación del lugar y manifestaron
que, cuando la estación estaba cerrada al público, el espíritu de un niño con
una pelota corría jugando por los andenes, aparte de otros espíritus que
deambulaban entre los túneles y las vías.
Muchos obreros
asustadizos intentaban no acudir de noche al lugar por miedo a los espíritus,
incluso en los monitores de la garita del jefe de estación se produjeron
visiones fantasmagóricas de difícil explicación.
En otra ocasión
un pasajero se acercó al jefe de estación y le preguntó con un extraño tono de
voz, cuando se iba a inaugurar la Línea 2… Había sido inaugurada siete años
antes.
Me recuerda a
la película Ghost, donde el protagonista, Sam, (Patrick Swayze) tiene un
conflicto en el metro de New York con un fantasma instalado allí,
(Vicent Shiavelli), éste consideraba que era su territorio y no quería
compartirlo con ningún otro fantasma. Más tarde le enseña como mover objetos para
así proteger a Molly, (Demi Moore) su pareja, de las fechorías de Carl Bruner
(Tony Goldwin).
La película romántica
de 1990, costó 20 millones de dólares y consiguió recaudar 500. Fue la primera
película con fantasmas en ser nominada a los Oscar. Tuvo nominaciones a la
mejor película, al montaje, a la banda sonora, al guion y a la mejor actriz
secundaria (ganando los dos últimos) el guion era de Bruce Joel Rubin, que
encabezaba a otros guionistas y la actriz Whoopi Goldberg, en el papel de Oda
Mae Brown, una vidente que podía hablar con los fantasmas.
La canción de la banda sonora, "Unchained Melody"(Melodía desencadenada) interpretada
por Righteous Brothers, ya se había escrito 35 años antes, es una de las
canciones con más versiones del siglo xx (hasta 500
se han registrado).
También obtuvo
el “Globo de Oro” y un BAFTA (Britis Academy of Film and Television Arts) para
Whoopi Goldberg.
Los efectos
digitales del fantasma protagonista atravesando cosas fueron muy comentadas en
la época. Jerry Zucker, el director, estaba frustrado porque nadie comprendía
su visión, hasta que demostró su propuesta mojando una servilleta en el café.
Ese es el efecto que figura en la película.
Los
terroríficos efectos sonoros, emitidos por las sombras o espíritus oscuros que
se llevan al asesino del protagonista, son gritos reales de bebé, reproducidos
a una velocidad muy lenta y al revés.
La parte más
difícil fue escribir la última frase que le dice Sam a Molly, los guionistas
estuvieron meses dándole vueltas porque nada les convencía. Al final se
pusieron de acuerdo y fue: Es increíble Molly. ¡No te imaginas cuanto amor me llevo!
Pensando en los
temas paranormales, puede que la botella de leche Letona, fuera uno de ellos.
Aquí se
reflejan los recuerdos que más me impresionaron de niño, aunque mi relación con
el Metro fue mucho más, ya que lo cogía a diario tanto para ir a estudiar, de
fiesta o trabajar…
En la
actualidad, la red del metro, consta de 12 líneas con una longitud de 170
kilómetros y 189 estaciones (sumando TMB, FGC y funicular de Montjuïc).
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